Causas de la Ansiedad Social: Un Análisis para una Mejor Comprensión
El trastorno de ansiedad social es una afección que afecta a muchos millones de personas en todo el mundo, pero sus causas son tan complejas como la propia psique humana.
Mientras que mucha gente se pone nerviosa ocasionalmente en situaciones sociales, las personas con fobia social padecen una forma mucho más fuerte de ansiedad que puede afectar gravemente a su calidad de vida.
Pero, ¿qué conduce exactamente a la aparición de este trastorno? ¿Es puramente genético, o también influyen los factores ambientales? ¿Podrían contribuir también las normas sociales y las influencias culturales?
En esta guía exhaustiva, exploramos las múltiples causas de la ansiedad social. Desde las predisposiciones genéticas y las vulnerabilidades biológicas hasta las influencias ambientales y los matices culturales, pretendemos proporcionar una comprensión exhaustiva de los factores que contribuyen a este trastorno.
Tanto si eres un paciente en busca de respuestas como un profesional sanitario que desea profundizar sus conocimientos, este artículo te proporcionará valiosas perspectivas sobre el complejo mundo del trastorno de ansiedad social.
A. El rompecabezas genético: algo más que ADN
La conexión familiar: No es sólo una coincidencia
Aunque la ciencia aún no ha encontrado un «gen de la ansiedad social» específico, el papel de los antecedentes familiares en el desarrollo del trastorno de ansiedad social es difícil de ignorar.
Los patrones familiares observados en las personas con fobia social son una prueba convincente de que la genética puede desempeñar un papel importante en la predisposición al trastorno.
- Antecedentes familiares: las personas con ansiedad social generalizada suelen tener antecedentes familiares de problemas similares. No es infrecuente tener varios familiares que tengan el mismo diagnóstico o presenten características de inhibición social, como timidez extrema o evitación de situaciones sociales.
- Predisposición genética: Los patrones recurrentes de ansiedad social dentro de las familias sugieren una predisposición genética. Aunque aún no se conocen los genes exactos, las investigaciones sugieren que algunas personas son genéticamente más propensas a desarrollar fobia social (Spence & Rapee, 2016).
- Naturaleza frente a predisposición: Es importante señalar que, aunque la genética puede predisponer a las personas a la fobia social, a menudo es la interacción entre estos factores genéticos y las influencias ambientales, como la educación y las experiencias vitales, lo que desencadena el trastorno.
- Investigación en curso: Los científicos están investigando activamente el papel de la genética en la fobia social, y los avances en la investigación genética podrían proporcionar pronto más información sobre los genes o grupos de genes específicos que contribuyen al trastorno.
Comprender las conexiones familiares en la fobia social no sólo nos ayuda a entender la complejidad del trastorno, sino que también pone de relieve la importancia de la intervención temprana, especialmente para las personas con antecedentes familiares de ansiedad social.
Más allá del ADN: los fundamentos biológicos
Aunque la genética es la base, es importante reconocer que los factores biológicos que contribuyen a la ansiedad social son múltiples.
Nuevas investigaciones han identificado algunos marcadores biológicos interesantes que proporcionan una comprensión más matizada del trastorno:
- Respuesta al cortisol: el cortisol suele denominarse «hormona del estrés» porque se libera en situaciones estresantes. En un estudio, se descubrió que las personas con fobia social muestran una mayor respuesta de cortisol cuando actúan ante un público, lo que sugiere que sus mecanismos de respuesta al estrés pueden ser más reactivos que en las personas sin el trastorno (Condren et al., 2002).
- Actividad del sistema dopaminérgico: La dopamina es un neurotransmisor que desempeña un papel importante en la regulación del estado de ánimo y el comportamiento social. Las investigaciones preliminares sugieren que las personas con fobia social generalizada tienen una menor actividad del sistema dopaminérgico, lo que puede afectar a su estado de ánimo y a sus interacciones sociales (Schneier et al., 1994-1995).
- Receptores de serotonina: La serotonina es otro neurotransmisor que desempeña un papel importante en la regulación del estado de ánimo. Algunos estudios sugieren que las personas con fobia social tienen receptores de serotonina hipersensibles, lo que las hace más propensas a los cambios de humor y al desequilibrio emocional (Aouizerate et al., 2004).
Comprender estos marcadores biológicos puede ayudarnos a entender la complejidad de la fobia social y allanar el camino para tratamientos específicos.
Es importante señalar que estos marcadores no son causas definitivas, sino factores que interactúan con la genética, el entorno y las experiencias personales para influir en la experiencia de ansiedad social de cada individuo.
B. Las bases emocionales: el apego y los estilos de crianza
La relación que nos forma: Una visión de la teoría del apego
El concepto de «estilo de apego«, acuñado por el psicólogo John Bowlby en 1969, es fundamental para comprender el bienestar emocional y las interacciones sociales.
Los estilos de apego suelen dividirse en seguros, ansiosos y evitativos.
Un estilo de apego seguro se da cuando las necesidades emocionales de un niño son satisfechas sistemáticamente por su cuidador principal, lo que le proporciona una sensación de seguridad y autoestima que perdura hasta la edad adulta.
Sin embargo, si una figura de apego es incoherente en su disponibilidad emocional o capacidad de respuesta, puede desarrollarse un estilo de apego ansioso o evitativo.
Las personas con apego ansioso pueden volverse excesivamente dependientes de los demás para su validación, mientras que las que tienen estilos de apego evitativo pueden evitar por completo la cercanía emocional. Ambos estilos de apego inseguro pueden ser factores de riesgo para desarrollar el trastorno de ansiedad social.
Los estudios han demostrado que el estilo de apego inseguro puede provocar ansiedad social, ya que los individuos buscan constantemente la aprobación mientras temen ser rechazados o juzgados (Bohlin et al., 2000; Muris et al., 2000).
Esto puede manifestarse de diversas formas, como un miedo pronunciado a hablar en público, evitar las reuniones sociales o incluso ansiedad durante las interacciones sociales cotidianas.
El estilo de crianza de los padres puede influir significativamente en la aparición y gravedad de la ansiedad social.
Por ejemplo, los padres sobreprotectores pueden restringir a su hijo en situaciones sociales, impidiendo que desarrolle las habilidades sociales y la confianza en sí mismo necesarias.
Los padres controladores pueden microgestionar todos los aspectos de la vida de su hijo, haciendo que se sienta incapaz y ansioso de tomar decisiones independientes.
Los padres emocionalmente distantes pueden no proporcionar el apoyo emocional y la validación que el niño necesita para sentirse seguro y confiado en las situaciones sociales.
La investigación ha relacionado este tipo de estilo parental excesivamente controlador y desdeñoso con el desarrollo del trastorno de ansiedad social (Bögelset al., 2001; Wood et al., 2003).
Además, los padres que dan gran valor a las opiniones de los demás pueden transmitir inadvertidamente estos miedos a sus hijos.
Los padres que avergüenzan con frecuencia a sus hijos por no cumplir las expectativas sociales, como sacar buenas notas o destacar en los deportes, pueden inculcarles el miedo al fracaso y enfrentarles a cómo les perciben los demás.
Estas actitudes parecen ser más frecuentes en los padres de personas con fobia social (Bruch et al., 1989; Stravynski et al., 1989).
Para muchas personas con fobia social, un único acontecimiento social humillante o estresante puede ser el desencadenante de su ansiedad.
Imagina una situación en la que se pide a alguien que lea en voz alta en clase. La persona tropieza con las palabras, pierde el hilo y se da cuenta de las risitas y susurros de sus compañeros.
Este único acontecimiento puede ser tan angustioso emocionalmente que la mera idea de leer sobre él en público o de hablar en un aula desencadena fuertes temores y ansiedades.
Este fenómeno, conocido como condicionamiento directo, activa respuestas de miedo en el cerebro, a menudo desencadenadas por el mero pensamiento de una experiencia similar (Öst, 1985).
Aprendizaje por observación: El efecto dominó
Curiosamente, presenciar la experiencia social traumática de otra persona también puede condicionar el cerebro para temer situaciones similares.
Por ejemplo, imagina que observas cómo critican duramente a un compañero de clase y se ríen de él durante una presentación.
Aunque el observador no fuera el que dio la charla, el impacto emocional de este acontecimiento puede condicionar su cerebro para asociar el hablar en público o las presentaciones en clase con resultados negativos y desarrollar así ansiedad en situaciones futuras similares.
Esta forma de aprendizaje se ha observado en primates no humanos y sugiere que las personas con padres o hermanos socialmente ansiosos tienen un mayor riesgo de desarrollar miedos similares (Öst & Hughdahl, 1981; Mineka & Cook, 1991).
Las personas con ansiedad social suelen subestimar sus habilidades sociales, aunque a menudo sepan exactamente cómo es un comportamiento socialmente adecuado.
Por ejemplo, creen que no pueden desenvolverse bien en público o mantener una conversación, aunque lo hayan hecho con éxito en el pasado.
Esta duda puede ser tan fuerte que les impide ver sus capacidades reales, lo que les hace evitar las situaciones sociales y exacerba su ansiedad (Cartwright-Hatton et al., 2003; Cartwright-Hatton et al., 2005, Clark & Arkowitz, 1975; Norton & Hope, 2001; Rapee & Abbott, 2006; Rapee & Lim, 1992; Stopa & Clark, 1993; Voncken & Bögels, 2008).
Sin embargo, es importante saber que algunas personas con fobia social en realidad carecen de habilidades sociales, como comprender las señales sociales o saber cómo iniciar y mantener una conversación.
Esta carencia puede desencadenar un círculo vicioso: La falta de habilidades sociales conduce a experiencias sociales negativas, que a su vez aumentan la ansiedad social.
Este aumento de la ansiedad obstaculiza a su vez el desarrollo de las habilidades sociales, lo que conduce a un bucle autorrefuerzo de evitación social y ansiedad (Spence et al., 1999).
Los déficits en habilidades sociales suelen abordarse mediante el entrenamiento en habilidades sociales (EHS). Puedes hacer clic aquí para leer en detalle nuestro artículo sobre este enfoque.
D. El laberinto de la mente: distorsiones cognitivas y matices biológicos
Nuestra percepción del mundo está moldeada por sesgos cognitivos: patrones sistemáticos de desviación de la racionalidad en nuestros juicios.
Estos sesgos están influidos por nuestras creencias, estados de ánimo y patrones de pensamiento. Para las personas con ansiedad social, estos sesgos cognitivos pueden afectar significativamente a la forma en que se perciben a sí mismas y a quienes las rodean en situaciones sociales (Alfano & Beidel, 2011).
Aunque sigue siendo discutible si estos sesgos son la causa o un síntoma de la fobia social, sin duda desempeñan un papel en su expresión.
Distorsiones cognitivas comunes en la fobia social:
- Catastrofización: Las personas con fobia social suelen esperar el peor resultado posible en situaciones sociales, como creer que un pequeño error les llevará a la humillación pública.
- Lectura de la mente: Creer que los demás les juzgarán o cuestionarán negativamente, aunque no haya pruebas que lo demuestren.
- Atención selectiva: centrarse exclusivamente en los aspectos negativos de una situación e ignorar los elementos positivos. Por ejemplo, recordar sólo a la persona que no devolvió la sonrisa en una sala llena de gente.
- Sobregeneralización: ver un único acontecimiento negativo como un patrón interminable de derrotas. Por ejemplo, si tropiezas con tus propias palabras durante una presentación, crees que en general se te da mal hablar en público.
- Personalización: la creencia de que uno es la causa de los acontecimientos externos. Por ejemplo, si un amigo está de mal humor, puedes pensar que se debe a algo que tú has hecho o dicho.
- Razonamiento emocional: Pensar que va a ocurrir algo malo porque te sientes ansioso.
Comprender estas distorsiones cognitivas puede ser el primer paso para controlar los síntomas de la fobia social.
Quienes reconocen estos patrones de pensamiento pueden trabajar para desafiarlos y cambiarlos, a menudo con la ayuda de la terapia cognitivo-conductual (TCC).
Si te interesa la TCC para la ansiedad social, puedes hacer clic aquí para leer nuestra guía introductoria, que cubre los aspectos básicos.
La respuesta del cuerpo: descubriendo matices biológicos
Además de la genética, la investigación ha identificado varios marcadores biológicos fascinantes que pueden contribuir a la fobia social.
Estos hallazgos añaden complejidad a nuestra comprensión del trastorno y sugieren que no es sólo un producto del entorno o de la psique.
Marcadores biológicos claves:
- Reactividad de la frecuencia cardiaca: Los estudios han demostrado que las personas con fobia social suelen tener un mayor aumento de la frecuencia cardiaca cuando se les pide que hablen en público (Heimberg et al., 1990; Hofmann et al., 1995; Levin et al., 1993). Esta respuesta fisiológica aumentada puede incrementar la sensación de ansiedad y hacer que hablar en público resulte especialmente difícil.
- Activación de la amígdala: la amígdala, a menudo denominada el «centro del miedo» del cerebro, muestra una mayor activación en las personas con ansiedad social cuando se exponen a determinados estímulos (Birbaumer et al., 1998; Schwartz et al., 2003; Stein et al., 2002, Tillfors et al., 2001). Esto sugiere que los centros de procesamiento emocional del cerebro son más sensibles en las personas con fobia social, lo que conduce a un aumento de las respuestas emocionales en situaciones sociales.
¿Qué significa esto?
Estos marcadores biológicos sugieren que los mecanismos de respuesta naturales del organismo pueden estar alterados en las personas con fobia social.
Aunque estos hallazgos no aportan pruebas definitivas de una relación causal, apuntan a una base biológica de algunos de los síntomas. Comprender estos matices puede ayudar a desarrollar tratamientos específicos, como fármacos que afecten a la frecuencia cardiaca o a la actividad de la amígdala.
Es importante saber que estos factores biológicos suelen interactuar con factores ambientales y psicológicos, creando una compleja interacción que hace que cada caso de fobia social sea único.
Por lo tanto, lo más eficaz suele ser un enfoque terapéutico polifacético, que a menudo incluye tanto medicación como psicoterapia.
Por cierto, puedes hacer clic aquí para saber más sobre la medicación para la ansiedad social, y aquí para saber más sobre la terapia para la ansiedad social.
El paradigma individualista frente al colectivista
Las normas y valores culturales desempeñan un papel importante en el desarrollo y la prevalencia del trastorno de ansiedad social.
La influencia de la cultura puede dividirse a grandes rasgos en dos paradigmas: las sociedades individualistas y las colectivistas.
Culturas individualistas:
En las culturas individualistas, como las que predominan en Norteamérica y Europa, se hace mucho hincapié en los logros personales, la autoexpresión y la confianza social.
A menudo se celebran las personalidades extrovertidas y extrovertidas, lo que dificulta que las personas con un temperamento reservado o tímido encajen.
Esta preferencia social puede aumentar los sentimientos de inadecuación y contribuir al desarrollo o exacerbación de la fobia social (Alden & Taylor, 2004; Hart et al., 1999; Spokas & Cardaciotto, 2014).
Culturas colectivistas:
En las culturas colectivistas, que se encuentran sobre todo en Asia Oriental, se hace hincapié en la armonía de la comunidad y en las relaciones interpersonales.
En estas sociedades, un temperamento reservado o tímido suele considerarse una virtud y no una desventaja. Por tanto, las tasas de prevalencia de la fobia social suelen ser más bajas en estas culturas (Hofmann et al., 2011).
Para diagnosticar y tratar eficazmente la fobia social, es importante comprender el contexto cultural. También pone de relieve la necesidad de un enfoque culturalmente sensible de la atención a la salud mental, porque lo que se considera un trastorno en una cultura puede verse de forma muy diferente en otra.
Aunque el trastorno de ansiedad social es un trastorno reconocido en todo el mundo, su manifestación puede variar enormemente según el contexto cultural.
Un ejemplo fascinante es el fenómeno del Taijin Kyofusho, muy frecuente en Japón y otras culturas de Asia Oriental.
Taijin Kyofusho:
A diferencia del concepto occidental de fobia social, que se centra en el miedo a la evaluación negativa, el Taijin Kyofusho se caracteriza por un fuerte temor a avergonzar u ofender a los demás.
Esta forma de ansiedad social está profundamente arraigada en normas culturales que valoran la interdependencia, la armonía social y el bienestar colectivo por encima de los deseos o la expresión individuales (Rector et al., 2006).
La influencia cultural:
La prevalencia del Taijin Kyofusho demuestra cómo los valores y las normas culturales pueden moldear la expresión y la experiencia de la ansiedad social.
En las sociedades que valoran la armonía social y la interdependencia, la ansiedad se desplaza de la percepción de uno mismo a cómo sus acciones pueden afectar negativamente a la comunidad o al tejido social.
Una perspectiva ampliada:
La comprensión de estas formas culturalmente específicas de ansiedad social enriquece nuestra perspectiva global de la salud mental.
Destaca la importancia de tener en cuenta los factores culturales a la hora de diagnosticar y tratar la ansiedad social, para garantizar que las intervenciones no sólo sean eficaces, sino también culturalmente sensibles.
Ya se trate del miedo a la evaluación negativa en las sociedades individualistas o del miedo a causar malestar en las culturas colectivistas, la ansiedad social existe en un amplio espectro cultural.
Reconocer esta diversidad es fundamental para que los profesionales sanitarios y los investigadores desarrollen tratamientos más inclusivos y eficaces.
Comprender la ansiedad social es una empresa compleja que requiere un enfoque polifacético. Como ya hemos descubierto, las causas van desde factores genéticos y biológicos hasta influencias ambientales y normas culturales. Pero el conocimiento es el primer paso hacia la curación, y estamos aquí para ayudarte en tu camino.
- Para una visión general del tratamiento de la fobia social, consulta nuestra guía sobre el tratamiento de la ansiedad social.
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- Para los que son nuevos en el mundo de la fobia social o quieren comprender los aspectos básicos, nuestra guía sobre los aspectos básicos de la ansiedad social es una lectura obligada.
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Acerca del autor: Martin Stork
Martín es psicólogo profesional con antecedentes en fisioterapia. Ha organizado y dirigido varios grupos de apoyo para personas con ansiedad social en Washington, DC y Buenos Aires, Argentina. Es el fundador de Conquer Social Anxiety Ltd, donde trabaja como escritor, terapeuta y director. Puedes hacer clic aquí para saber más sobre Martin.